jueves, 3 de octubre de 2013

Aquel día en el que todo cambio

Tristes y meláncolicas lágrimas caían por su semblante, como burlándose de ellas, parecía todo sacado de una película taquillera de los cines.

El moño perfectamente peinado, con cada lacito en su sitio, y sus respectivas orquillas ya era cosa del pasado. En vez de eso, su larga melena rubia tapaba sus preciosos ojos del color de la miel, mientras que ella sorbía por la nariz observaba cada detalle de aquella preciosa habitación, decorada con verdadero gusto. En lo alto de la mesa de mármol blanco pudo entreveer una cajita azul llena de pañuelos de seda. Se acercó y arrancó uno con desgana, si hubiera sabido antes que le afectaría su aparición de aquella manera, no hubiera asistido a la boda.

Por qué a ella?  Una hora antes había jurado que no le importaría verle con ella, con aquella mujer que la había destrozado, que la había arruinado por dentro, con aquella chica que habia destrozado su corazón. La misma que la había hecho sentir miserable tantas y tantas veces, la que había jugado con sus sentimientos y la que le había quitado de su vida una parte muy importante.

Una hora antes ...
Pocos minutos para que empezará la gran ceremonia, cada retoque, cada cosa debía estar en su correspondiente sitio. A la novia le estaban a punto de colocarle su largo e interminable velo, mientras que las damas de honor ensayaban sus respectivos discursos.

Una de ellas en concreto tenía la mira perdida, algo estaba pasando fuera de aquella sala que la tenía muy ocupada. Mientras que sus compañeras borraban y reescribían las últimas palabras de sus escritos ella tenía otra misión, jurarse a sí misma que no reaccionaría mal al verlo.

Por el momento estaba funcionando, no había ni rastro de ella, acaso habría venido solo? Hacía poco mas de un mes que habían roto su relación y Leo, aún estaba destrozada por dentro. Él sin embargo parecía un hombre renovado, más feliz, incluso para nada precoupado con el posible encuentro entre ambos. Una voz la hizo volver a la realidad. La novia la estaba llamando, con su dulce y femenina voz, requería la ayuda de su hermana para ponerse el velo.

-Leo, no pienses más en él!-Su hermana le susurró, y le hizo un leve guiño con una sonrisa pícara.
Era acaso tan obvio? Por qué la conocía tan bien?

Ella asintió no del todo convencida pero lo que tenía claro era que intentaría pasarlo bien solo para verla feliz a ella. Se lo merecía, tantas y tantas cosas que había echo por ella y ella no había tenido la oportunidad de agradecerselo, esta era la ocasión ideal.

Una mujer alta, de pelo oscuro y con unas gafas de color blancas se asomó por la enorme puerta que separaba la habitación del altar donde la supuesta novia daría el si quiero tan esperado.

-2 minutos para la gran entrada.-Su voz no era para nada agradable, parecía un sílbato anunciando el final de un partido donde tu equipo había perdido.

Leo, la que más cerca estaba de la puerta, asintió con una mueca, que por suerte no llegó a ver la mujer.
Se acercó al enrome espejo de la sala y contemplo de nuevo su rostro, aquel recogido le sentaba bien. No solía llevarlo en un moño, le gustaba dejarselo suelto y pocas veces nadie la había visto con una coleta.

Continuará ...


-Laia

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